martes, 29 de abril de 2008

La filosofía de la vida...

Es tarde, pero el cansancio aún no te vence. En las turbulentas aguas de la vigilia esperas esa ondulación que te devuelva a la orilla. Mas miras a tu alrededor y sólo ves el horizonte por doquier… ¿Estas perdido? El sol ya no calienta tus extremidades, reflejando de forma molesta su claridad en la superficie cristalina del agua. Pero no transmite calor. Y eso que estamos en verano.

A veces piensas que la vida es como una sesión de surf: pasas mucho tiempo esperando la ola perfecta, y mientras tanto pierdes buenas olas. Léase oportunidades.

Aún recuerdas cuando entrabas al agua con apenas medio metro, y ese día se convertía en “la sesión”. Daba igual si cogías diez olas que diez mil. Simplemente disfrutabas con cada caída, volada, despegue… cada remada era la última remada, en la que se mezcla la vida y la muerte… o llegas o mueres.

Con el tiempo, vas dejando pasar las olas pequeñas, o las mal formadas (curioso argumento… una ola “mal formada”); tan solo importan las grandes, las que tienen tubo, o una pantalla perfecta. Buscas solo las de izquierdas, o las de derechas… evitas las que parten en barra… te obsesionas con encontrar la perfección en la ola, la perfección de la ola…

Vas progresando. Cada día lo haces un poco mejor. Y de repente, un buen día, estas en el agua; llevas mas de una hora metido, y apenas has cogido un puñado de olas que puedes contar con los dedos de una mano. La búsqueda de la perfección… esa locura te hace olvidar lo importante. Y precisamente uno como tú, como tú hace tanto tiempo, uno que ahora esta aprendiendo, te devuelve a la realidad: porque mientras esperas esa ola perfecta, la que va a dar sentido a este baño, oyes una y otra vez voces de júbilo en la orilla. De repente te giras molesto, miras y ves a alguien que esta aprendiendo. Te recuerda a alguien, pero no terminas de recordarlo. Miras al horizonte y ves otra ola irregular, otra mala ola. La dejas pasar, pero miras a la orilla. Y ése que está aprendiendo, rema como si la vida le fuera en ello. Rema, rema, rema… hasta que consigue coger la ola que has despreciado… y ves, más bien oyes, su júbilo por poder surfear otra ola, otra ola “perfecta”. Y desgraciadamente, asi descubres tu error… no hay una ola perfecta… TODAS SON PERFECTAS.

La siguiente la remas como si la vida te fuera en ello, en realidad es así. Y al ponerte en pié, descubres que eres de nuevo aquel jovencito que estaba aprendiendo, y vuelves a disfrutar con cada ola, sin importar su tamaño, tubo o dirección; sin importar si el viento la afea o simplemente la decora… una ola es una ola, y tu tienes que surfearla.

Vuelves a la vida, y todo gracias al novato que, aunque no lo creyeras esta misma mañana, hoy te ha enseñado… felicidades.

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