miércoles, 21 de mayo de 2008

A veces tengo miedo

A veces tengo miedo. Cuando remo y no avanzo, sino que las olas me empujan hacia las rocas. Cuando se me escapa la ultima burbuja de aire y aún no salgo del agua. Cuando siento una enorme vibración en la tabla y me voy al agua, y el mar me demuestra con mil volteretas que es mas fuerte que yo...

Cuando madrugo y me voy en busca del pico, sin saber si habrá o no ola alguna esperándome. Cuando un dia de intensa lluvia un rayo cae cerca mia. Cuando veo una enorme sombra bajo mi tabla a 100m de la orilla. Cuando voy en el coche y escucho un crack, y mi vista sube hacia el techo, queriendo ver a través del metal si mis tablas aún están en su sitio.

Cuando nadie me comprende, y piensan que soy un loco por entrar al agua en invierno. Cuando paso frio. Cuando siento espasmos y el agua fria se clava en mi carne como un millon de agujas. Cuando trago mas agua de la que puedo digerir.

Cuando veo una enorme pared de agua que quiere tragarme, y no me da tiempo a hacer nada por evitarlo. Cuando caigo mal sobre la tabla, y aun en el barullo del mar, escucho ese "crack"... ¿se habrá roto? Cuando remo hacia el pico y me encuentro de frente a un novato que no sabe girar, y se empeña en mostrarme el fondo de su tabla y sus quillas.

Cuando remo, remo, remo y no termino de alcanzar el pico, y el cansancio se apodera de mi. Cuando veo el mar plato...

Cuando mi novia me dice que escoja: surf o ella. Cuando en casa me tachan de loco. Cuando mis amigos me llaman loco el sabado por la noche porque quiero irme temprano para madrugar el domingo. Cuando planeo mis viajes en funcion del estado del mar... sin saber si me responderá.

Cuando he visto mi extracto bancario, tras haber comprado material nuevo. Cuando he visto romperse material y no he tenido dinero ni para repararlo.

A veces siento miedo. Si. Pero desaparece con la primera ola.

lunes, 5 de mayo de 2008

Mi primera tabla de surf

Hay demasiados imprevistos en la vida. Demasiadas variables que no tenemos en cuenta. Acabo de recordar lo que tuve que hacer para comprarme mi primera tabla de surf.

Por aquel entonces tenía 13 años, no habia surfeado en mi vida mas que una vez, una tabla Island Style verde chillón y amarillo fosforito, una de las tablas mas bonitas que he visto en mi vida, la verdad. Era de mi sobrino, que la partió a los 4 años de haberla "catado" yo... Lástima.

Recuerdo que era un domingo cualquiera de verano. De esos en los que las olas en Cádiz son gigantescamente... enanas. Apenas 50 cm. La tabla era gorda, de foam. Una 6.0, pero muuuy gorda. Conseguí ponerme en pie a la segunda. Supongo que marcó mi persona el hecho de haberlo conseguido tan "facilmente", aunque a decir verdad, hice un recto y no fui capaz de hacer una pantalla medio en condiciones. Simplemente me puse en pie y segui recto. Pero disfruté.

Salí del agua con una sonrisa en la cara. Cuando me preguntaron mis familiares que por que sonreia, dije: "Porque he hecho surf". Todos rieron. Pero en mi nacio una idea, una sensacion que se convirtió en necesidad: volver a sentir eso.

Lo primero: una tabla. Vale, sencillo: ¿Cuanto vale una tabla de surf? 60.000 pesetas. OK, tengo una paga de 500 pesetas a la semana, por 4 semanas al mes son 2.000 pesetas. En 10 meses son 20.000 pesetas. Regalos de cumpleaños y navidades, pongamos otras 10.000 pesetas... Joder, en dos años tengo tabla. Sólo dos años. A ahorrar como loco.

Recuerdo que era un chico que si no salia un sabado a dar una vuelta, no pasaba nada. Nunca he sido de salir obligatoriamente. Pero salia todos los viernes y los sabados, y las 200 pesetas "extras" que sacaba, hacian al año 2.400 pesetas, o sea 4.800 en dos años. O lo que es lo mismo, dos meses menos. Ya no son 24, sino 22. Bien.

El tio ese que traía huevos a casa (2 docenas que consumiamos en 15 días), venia siempre los jueves por la tarde. Yo tenia colegio esa tarde y la del martes. Pero a los 2 meses cambió, y de venir los jueves, comenzó a venir los miercoles. Y como a la hora a la que venia estaba yo solo en casa, me tocaba pagar las 500 pesetas de mis ahorros. Eso si, mi madre me las devolvía en cuanto llegaba a casa. Me encargaba yo de salir corriendo a decirle que habia venido el de los huevos... Y desde el primer día me enseñó el trabajo de un banquero: los intereses. Si yo pongo 500 pesetas para comprar huevos para la familia, es lógico que luego me devuelvan 550 pesetas, por las "molestias" (si, menudo tipo de interés se autoimpuso mi madre). Genial, son 100 pesetas mas al mes, 2.400 en dos años. O lo que es lo mismo... 1 mes menos... 21 meses. Esto marcha.

Llegaron las navidades, y con ellas los aguinaldos. Tras las navidades, mi cumpleaños, con el correspondiente "sobrecito". Todo, absolutamente todo iba a la hucha de latón. Y poco a poco engordaba... Llegó el verano, casi un año desde que empecé mi singular "plan de pensiones". Según mis cuentas, tenía ya 28.700 pesetas aproximadamente. Casi... casi tenía la mitad de la tabla.

Una mañana, mi madre entró en la habitacion, vio la hucha, la enorme hucha de latón, y me hizo una proposicion: abríamos la hucha, y si tenía el dinero suficiente para la tabla, el lunes iriamos a por la tabla. Si faltaba dinero, ella ponia lo que faltaba, y si sobraba, ella se lo quedaba. A mi me desconcertó eso. Ella tenia que saber que me faltaba dinero: a diario le decia lo que llevaba ahorrado. Ese verano me "envicié" en las máquinas recreativas... todos los días pedía 25 pesetas para echar en las maquinas, dinero que se iba directamente a la cartera, porque en 4 días tenia 100 pelas para echar en la hucha...

La proposicion me pilló desconcertado, pero era genial. Un año, un año nada mas. Tendría mi tabla el lunes (era sabado por la tarde). Dios, 14 años y medio y podria tener la tabla, un año antes de lo planeado... pero algo no cuadraba. Si sabia lo que llevaba ahorrado (mas o menos, los numeros no eran mi fuerte), sabia que aun me faltaba dinero. Eso me dejó mosca. Pero aun así, algo dentro de mi dijo que daba igual, que al fin tendría la tabla pasado mañana. Asi que con una sonrisa nerviosa en la boca dije: ¡¡Si, voy a por el abrelatas!!

Me dijo que entonces decidido. Si faltaba dinero, ella lo ponia; si sobraba, ella se quedaba la diferencia. Abrimos la hucha y nos pusimos a contar. Estuvimos casi una hora, porque los nervios me traicionaban y me confundia. No me di cuenta hasta casi el final de que habia muchos billetes de 1.000 y de 2.000 pesetas. Tras un buen rato contando, sin confundirme, consegui la cifra: 88.000 pesetas en un año. Imposible. No podia ser. Ahí descubrí que habia demasiados billetes, cuando en mis cuentas (en un cuaderno tenia apuntado lo que metia cada dia) no aparecian mas que 4 ó 5 billetes de 1.000 pesetas.

Mi madre, al ver mi cara, se echó a reir y me dijo: "Mira por donde, voy a ganar dinero con este trato tuyo". Me enfadé, porque me habia tomado el pelo. Sabia que habia mas dinero en la hucha, y que iba a salir ganando. Pero por otro lado, un año antes tendría mi tabla.

El lunes siguiente fuimos a la tienda, la compramos. Preciosa, la mas bonita del mundo: blanca, con un dibujo en la parte de abajo en negro, sin mas colores. Epoxy, acababa de salir, pesaba poco, era fina y muuuy resistente. Segun el vendedor, no le saldrian abolladuras de las rodillas. Tras mucho discutir con el chaval, mi madre consiguió que me regalaran la funda y un invento. El miercoles me llevaron a El palmar a estrenarla. Nunca habia disfrutado tanto en el agua. Entré a las 11 de la mañana, a las 3 a regañadientes salí para comer algo y volver al agua a las 4. A las 7 me hicieron salir para volver a casa. Esa noche soñé con el surf, pero no como hasta entonces, sino que soñé con lo que habia vivido, con lo que habia disfrutado. Y no me importó que mi madre ganara con el trato 28.000 pesetas. No me importó lo mas minimo.

Desde entonces, mi vida cambió. Cada vez iba mas y mas a surfear. Cada vez aprendia algo mas. Miraba mucho y preguntaba bastante. No desfallecia e intentaba corregir mis fallos.

Así entró en mi vida el surf. Y no me arrepiento lo más minimo. Ni por ese año entero ahorrando, ni por haber esperado tanto tiempo en lugar de pedir la tabla hasta que me la compraran. Ni por aquellas 28.000 pesetas que "ganó" mi madre con el trato.

Con el tiempo, llegó el traje. Precisamente esas mismas navidades, porque quería entrar al agua en pleno mes de enero en bañador, porque las olas eran gigantescas. Y yo queria surfear. Ésta vez el traje vino por navidades (en casa siempre se dieron los regalos el 24, para disfrutarlos mas tiempo de vacaciones). Por cierto, el traje lo pagó mi madre, y costó 29.000 pesetas.

Ahora mismo, mientras escribo esto, quiero aprovechar para darte las gracias mamá. Siempre has estado en la sombra, velando por mí. Sé que donde estás sabes que te echo de menos, que las lágrimas que se están derramando ahora mismo son de paz. Sé que no me has dejado en estos 11 años... como nunca lo hicistes en vida. Gracias. Te quiero.

Buenas noches. Esta noche no soñaré con el surf, sino contigo. Volveré a ser ese niño pequeño que tantos quebraderos de cabeza te dió. Te quiero.

Hoy he soñado

Amanece, que no es poco. El reloj maldito me devuelve a la vida, a la rutina. Anoche me acosté sin saber qué iba a soñar. Estaba cansado y no sabía en qué rio me perderían mis ensoñaciones. Y eso me hace sentirme feliz.
Hay mas mundos aparte del que vivimos, del que nos toca soportar. Y en mis ensoñaciones he conocido mil mundos, un millon de civilizaciones. Como decía el anuncio, he viajado hasta la tercera estrella de Orión, dormido en la primera luna de Saturno, he compartido lembas con los elfos de Lórien, temblado al ver al temible Balrog, y acompañado a Gandalf en su caida hacia el abismo, y he conversado con el moribundo Gandalf el gris, y visto nacer mil noches al poderoso blanco. He remado junto al capitán Acab en busca de la escurridiza Moby Dick, y he nadado junto a la blanca sombra jugando con los sentimientos de un viejo marinero obsesionado con darle caza.
He despegado mil veces con Jack Ryan, desmantelando conspiraciones contra Estados Unidos, me he colado cien noches en el Octubre Rojo, y navegado por el profundo mar con Marko Raimius. He visto nacer a John Terrence Kelly, y he vivido su muerte y el renacimiento del señor Clark. Fowler, Moore, Ritter... son agua pasada.
He conocido la identidad secreta de Clark Kent, Peter Parker y Bruce Wayne. Y he cenado en la casa de Tony Stark. Y he calmado en noches mas largas de lo esperado a mi amigo Jason Bourne.
Me he tomado varios martini con vodka agitados, no batidos junto con mi compañero de estudios James. He esquiado con él en los Alpes, donde murieron sus padres; he conducido su DB5, y el Vanquish. El Z8 se destruyó antes de que lo probara... igual que otros tantos. Abandoné el ejercito el día en que fue ascendido a comandante.
He vivido una larga temporada en Macondo, junto con mis amigos los Buendía. Y antes de endurecerme mas de la cuenta, me volví a trasladar, esta vez a la inhóspita Narnia. El frío me pudo, y volví a mudarme. Ahora no se exactamente dónde estoy.
He volado con capa roja, detenido las balas con solo mi pensamiento tras haber tomado la pildora roja. He dado la vuelta al mundo en nada mas que 79 días. Y muerto mil veces en las cruzadas.
He vivido en el antiguo Egipto con mi amigo Isaac como vecino. Y despertado la cólera de los dioses del Olimpo. En Roma, conquisté junto a Julio las galias, y ví cómo Marco Aurelio se esforzó por doblegar a los germanos... y qué razon tenía: al final éllos nos doblegaron.
He visto nacer mil historias, navegado en mil barcos, dormido a la intemperie, curtido mi piel al sol, sufrido el frío, la sed y la agonía. Millones de balas han silbado rozando mi cabeza, y ocho veces detuve el contador de una bomba a 4 segundos de la explosión. Una vez explotó, pero no recuerdo mas que ese fogonazo de luz.
Pero sobre todo, mis sueños me han llevado a un lugar, repetidamente, tantas veces que ya no recuerdo el numero, tantas veces que conozco ese lugar como la palma de mi mano. He surcado las orillas de mi playa, recorrido las olas con la mirada. He nadado mil veces hasta el arrecife, buceado un rato, pescado. Pero jamás he surfeado. Es la playa de mi memoria, de mi imaginacion. A ésa le guardo otro destino.