jueves, 21 de septiembre de 2017

Si

Si...

Rudyard Kipling... ese es el responsable de mucho de lo que me ha pasado en mi vida. Conocí el poema que dedicó al "caballero ingles", al comportamiento británico, hace mucho, y he intentado convertirlo en mi forma de vida.

Y ahora, dolorido, cansado y hastiado, aquí me encuentro. dos meses sin tí, y nadie habrá escuchado una queja, un murmullo, una mala mirada. Nadie habrá visto un mal gesto, una mala mueca. Nadie, y digo nadie, habrá leido en mis ojos odio, enfado, miseria o cólera. Es más, ni siquiera dolor.

Y sin embargo, mi mente, mi lacerada mente, ha padecido lo que no debió padecer.

Con una mano abierta, la realidad me ha golpeado tres veces en la cara. Una, cuando murió mi madre siendo joven. Otra, con una noticia que siempre esperé pero nunca imaginé. Y es que las malas noticias vienen sin prólogo, sin avisos en el buzón, sin mensajes en el movil. Las malas noticias llegan un martes cualquiera a las 3 de la tarde. Y tres, hace poco.

Y es que me partí. No en sentido metafórico, ni en un plano emocional. Me partí en dos, en la playa, en el agua. Y sin embargo, no le guardo rencor alguno.

He caminado con mis hijos de la mano desde entonces, con miedo al principio de no poder responder a sus necesidades, con rabia despues por no poder mantener su ritmo. He jugado, reido y llorado con ellos. Y de reojo, sin recelo, he seguido mirando el mar.

En mi mente retumbaba un pensamiento: ¿y si no puedo volver al agua? Sin aspavientos, lo alejaba de mi en ese momento. Ya habría tiempo de ver si era o no cierto. Ya habría tiempo de saberlo. Ahora toca sanar. Por fuera, y por dentro.

¿Y si vuelvo al agua con miedo? El miedo no es una opcion. Lo tienes o no lo tienes, pero no puedes convertirlo en algo positivo si está, ni puedes llamarlo si no lo encuentras. Respeto siempre. Miedo nunca.

¿Y si ya no me gusta lo que hacia? Mil cosas habrá nuevas que me gusten. La vida sigue, y si no puedo volver a surfear, pues a otra cosa. Siempre quise hacer maquetas, y nunca tuve tiempo para ello. Ahora quizás...

¿Y si vuelvo al agua y no soy el mismo? Tiempo habrá para aprender de nuevo. Que la vida es eso: aprendizaje. Y si no lo soy, todos evolucionamos...

La vida se compone de dudas, unas buenas y otras malas, pero siempre dudas. Y de decisiones. Y no por ello han de ser infravaloradas.

¿Quien es feliz? El que menos necesita. y yo no necesito nada nuevo para volver a sonreir. Lo tengo todo: mi familia, el mar, el surf...

Y aquí es cuando descubro que tengo que volver al agua. Así que aprovecho un día de medio metro, con una tabla con mucho volumen. Me pongo el invento tras haber embadurnado de parafina todo, y a 5 metros la mirada sostenida de mi mujer, la indiferencia de mis hijos, ajenos al trance de su padre, jugando en la arena. Mi perro me mira, queriendo ir conmigo, pero ni mi mujer ni la correa le dejan, y no para de lamentarse.

Este momento intimo es mio, solo mio. ¿Y si no puedo? ¿Y si no disfruto?

Me ajusto el invento, lo cojo con la mano, y voy caminando hacia la orilla. Entro con pausa, sin prisas, me monto en la tabla y me duele la espalda. Empiezo a remar, y cada vez me duele mas.

Toca remar para remontar el pico, y, como en el poema de Kipling, tras rellenar un implacable minuto con sesenta segundos de combate bravio, supero la zona de rompientes, y ahora, el dolor desaparece, y me supera la paz. Me desborda desde el interior, brotando como una fuente.

Sí, he sido capaz de rellenar ese implacable minuto con sesenta segundos de combate bravio, mio es el mar, y sus codiciados frutos... y lo que es más, vuelvo a ser un hombre, amado mio.


Rellena un implacable minuto con sesenta segundos de combate bravio. ¿A que esperas?