Si...
Rudyard Kipling... ese es el responsable de mucho de lo
que me ha pasado en mi vida. Conocí el poema que dedicó al "caballero
ingles", al comportamiento británico, hace mucho, y he intentado
convertirlo en mi forma de vida.
Y ahora, dolorido, cansado y
hastiado, aquí me encuentro. dos meses sin tí, y nadie habrá escuchado
una queja, un murmullo, una mala mirada. Nadie habrá visto un mal gesto,
una mala mueca. Nadie, y digo nadie, habrá leido en mis ojos odio,
enfado, miseria o cólera. Es más, ni siquiera dolor.
Y sin embargo, mi mente, mi lacerada mente, ha padecido lo que no debió padecer.
Con
una mano abierta, la realidad me ha golpeado tres veces en la cara.
Una, cuando murió mi madre siendo joven. Otra, con una noticia que
siempre esperé pero nunca imaginé. Y es que las malas noticias vienen
sin prólogo, sin avisos en el buzón, sin mensajes en el movil. Las malas
noticias llegan un martes cualquiera a las 3 de la tarde. Y tres, hace
poco.
Y es que me partí. No en sentido metafórico, ni en un plano
emocional. Me partí en dos, en la playa, en el agua. Y sin embargo, no
le guardo rencor alguno.
He caminado con mis hijos de la mano
desde entonces, con miedo al principio de no poder responder a sus
necesidades, con rabia despues por no poder mantener su ritmo. He
jugado, reido y llorado con ellos. Y de reojo, sin recelo, he seguido
mirando el mar.
En mi mente retumbaba un pensamiento: ¿y si no
puedo volver al agua? Sin aspavientos, lo alejaba de mi en ese momento.
Ya habría tiempo de ver si era o no cierto. Ya habría tiempo de saberlo.
Ahora toca sanar. Por fuera, y por dentro.
¿Y si vuelvo al agua
con miedo? El miedo no es una opcion. Lo tienes o no lo tienes, pero no
puedes convertirlo en algo positivo si está, ni puedes llamarlo si no lo
encuentras. Respeto siempre. Miedo nunca.
¿Y si ya no me gusta
lo que hacia? Mil cosas habrá nuevas que me gusten. La vida sigue, y si
no puedo volver a surfear, pues a otra cosa. Siempre quise hacer
maquetas, y nunca tuve tiempo para ello. Ahora quizás...
¿Y si
vuelvo al agua y no soy el mismo? Tiempo habrá para aprender de nuevo.
Que la vida es eso: aprendizaje. Y si no lo soy, todos evolucionamos...
La
vida se compone de dudas, unas buenas y otras malas, pero siempre
dudas. Y de decisiones. Y no por ello han de ser infravaloradas.
¿Quien
es feliz? El que menos necesita. y yo no necesito nada nuevo para
volver a sonreir. Lo tengo todo: mi familia, el mar, el surf...
Y
aquí es cuando descubro que tengo que volver al agua. Así que aprovecho
un día de medio metro, con una tabla con mucho volumen. Me pongo el
invento tras haber embadurnado de parafina todo, y a 5 metros la mirada
sostenida de mi mujer, la indiferencia de mis hijos, ajenos al trance de
su padre, jugando en la arena. Mi perro me mira, queriendo ir conmigo,
pero ni mi mujer ni la correa le dejan, y no para de lamentarse.
Este momento intimo es mio, solo mio. ¿Y si no puedo? ¿Y si no disfruto?
Me
ajusto el invento, lo cojo con la mano, y voy caminando hacia la
orilla. Entro con pausa, sin prisas, me monto en la tabla y me duele la
espalda. Empiezo a remar, y cada vez me duele mas.
Toca remar
para remontar el pico, y, como en el poema de Kipling, tras rellenar un
implacable minuto con sesenta segundos de combate bravio, supero la zona
de rompientes, y ahora, el dolor desaparece, y me supera la paz. Me
desborda desde el interior, brotando como una fuente.
Sí, he sido
capaz de rellenar ese implacable minuto con sesenta segundos de combate
bravio, mio es el mar, y sus codiciados frutos... y lo que es más,
vuelvo a ser un hombre, amado mio.
Rellena un implacable minuto con sesenta segundos de combate bravio. ¿A que esperas?
jueves, 21 de septiembre de 2017
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