jueves, 6 de mayo de 2010

Estírate.

Has pasado los ultimos doce años esperando este momento. Cuando eras joven, hacemás de quince años, vistes en la tele, igual que yo, una pelicula que trataba de surferos ladrones de bancos... ahh, ¿lo recuerdas? El guión no era bueno, pero salían surferos, y por aquel entonces, estabas empezando a surfear... con aquella horrible tabla de corcho con la que te dejabas la piel.

Un eterno verano... viajar buscando las olas.. Era una buena idea. Lástima que no cayeras, como ahora comprendes, con mas canas, kilos y preocupaciones, que para viajar, necesitas dinero... y no te atreves a atracar bancos.

Otro detalle que te marcó a fuego, aunque tú puede que no lo sepas, fué lo de la tempestad centenaria. Esa ola que cada cierto tiempo viaja en direccion a la costa y nos recuerda el poder del mar... Y, al igual que yo, y que la mayoría de surfers (o proyecto de surfers) que vimos la pelicula, quisiste surfearla.

Has viajado mucho, ciertamente, conocido muchos lugares y personas. Has visto mil atardeceres en lugares diferentes, e incluso has estado desayunando mientras otros en España dormian profundamente. Has recorrido miles de kilometros, en avion, tren o barco... la mayoria en tu coche. ¿Pero has surfeado?

Has buscado esa ola milenaria, centenaria o diaria, ¿que mas da?. Pero no la has encontrado. Has entrado mil veces al mar, a una sesion anodina, pensando que ese dia no hay suficiente tamaño, que no merece la pena entrar en el agua, mojarse, pasar frio. Has preferido estar con tu pareja, con tu familia, con tus amigos. Te has arrepentido de haberte puesto el traje de neopreno, y de haberte mojado los pies.

Te preocupa el futuro, y prestas mas atencion al extracto bancario que a tu corazon. Has dado consejos, cuando pensabas que era algo horrible cuando los recibias.

Te has sentido feo, asqueado de tu vida. Porque no es lo que esperabas, porque no es como querias que fuera.

Te has casado, puede que tengas hijos, puede que no, que te conformes con un gato que se aprovecha de ti cada dia, que te ve como una fuente de alimento (que no alimento en si mismo).

Te has avergonzado de bailar en publico, de cantar en un karaoke, de gritar de felicidad, de bailar bajo la lluvia.

Te has peleado con tus hermanos, has dejado de hablarle a algunos de tus amigos, incluso has discutido con tus padres. Les has hecho daño en alguna ocasion, y consideras que es justo porque ellos te lo hicieron a ti alguna vez.

Has pasado mil calamidades en un gimnasio, intentando adquirir una forma fisica que la naturaleza, la genetica, y tu alimentacion te han negado a lo largo de estos años.

Has viajado... pero no has recorrido el mundo...

Te has sentido feo... pero no te has mirado al espejo del alma...

Te has casado... pero no te respetas

Te avergüenzas de algunas cosas de tu vida... pero no te sientes orgulloso de otras...

Te preocupa el futuro... pero no vives el presente ni recuerdas el pasado...

Te has enfrentado a amigos, familia y seres queridos... pero no recuerdas a los que te dejaron a lo largo de este grandioso camino que recorremos, que es la vida.

Te sientes atado, pero no te das cuenta de que eres libre, de que todos somos libres.

Te contaré un secreto: ¿recuerdas la ola milenaria de la pelicula "Le llaman Bodhi"? Yo la surfeo cada vez que entro al pico, cada vez que decido pasar un mal rato en el agua fria, cada vez que bailo bajo la lluvia, arrojando el paraguas a un lado.
Yo he surfeado esa ola cuando habiendo discutido con mis seres queridos, al terminar, he sonreido, he pedido perdon y he aceptado las disculpas.

Surfeo cada dia esa ola cuando miro a mi alrededor, y veo lo que soy, lo que fui... pero no veo lo que seré. Cabalgo esa ola porque no me siento atado, sino que siento que tengo mil puntos de apoyo... que si caigo, pueden ayudarme a levantarme...

Para mi existe ese verano eterno, buscando las olas... porque las encuentro en los ojos de mis seres queridos: de mi esposa, comprensiva, molesta, agradecida, divertida, seria, formal, amorosa, tierna, dura, resistente, debil, sollozando, riendo, gritando al mundo que es feliz... y yo con ella; de mis amigos, que veo mucho o poco, pero que todos los dias recuerdo con cariño; de mi familia, que veo poco, o mucho, pero que sé que si en algun momento los necesito, ahí estarán, y dará igual si hemos discutido o no.

Para mi existe esa ola, y la remo, surfeo y disfruto cada dia porque no me preocupa el hecho de no preocuparme por cosas sin sentido: trabajo duro, a veces obtengo las recompensas, otras veces, es en balde.

He aceptado las verdades absolutas: soy quien soy por lo que soy, y por quienes vienen conmigo.

He visto esa ola en el amanecer en la playa, con mis amigos. En una puesta de sol, con mi esposa. A media mañana, paseando con mi perro, o en mitad de la madrugada, viendo como se dibuja la cadera de mi media naranja a la luz de la luna.

He remado mil veces esa ola, al ver las lagrimas de quienes me quieren montado en el tren que me lleva a 600 km de distancia... y al llegar de vuelta.

Soy libre, todos lo somos. Y cada vez que veo algo que me alegra el dia, recuerdo aquella pelicula, sonrio, y descubro que lo unico que me hizo falta para llegar adonde estoy fue respirar profundo, y estirarme... y tú acabas de hacerlo.

Enhorabuena.

No puedo seguirte

Me llamas llorando. No lo soportas mas. Quedo confuso con una palabra en los labios, que no me da tiempo a exhalar, pues has colgado el telefono sin que me diera tiempo.

Corriendo voy, con un nudo en la garganta, el corazon a mil pulsaciones por minuto, los pulmones ardiendo, calambres en las piernas. Y llego a casa...

Te veo con los ojos arrasados por las lágrimas. La maleta encima de la cama, deshecha de la ultima noche... y ni siquiera me tocastes. Me miras, lloras, gimes, te lamentas en un tono que no me deja entender qué es lo que dices... Se hace el silencio. Me miras, respiras profundamente, y me dices que te vas. Quieres irte a la montaña, no soportas mas vivir cerca del mar.

Recoges la maleta, la cierras mal, y yo llevo cuatro minutos en casa, y aun no he hablado. Te diriges a la puerta, me tiembla la garganta, flaquean las piernas. Me duele el pecho, y no es un infarto... es algo mas grave: se rompe mi corazón. Antes de cerrarla, miras por encima de tu hombro, como siempre lo haces cuando quieres dejar claro que eres mejor que yo, que siempre lo has sido.

Bajas las escaleras, vestida de princesa. Y a mi me da vueltas la cabeza. Siete minutos, y aún no he hablado. Nuestro chico, ese westy travieso, sinvergüenza y testarudo se acerca, presintiendo qué es lo que me pasa, pero ignorando lo que ha pasado... igual que yo. Me empuja la pierna izquierda con el hocico, y es el resorte que me hace falta para salir corriendo escaleras abajo.

Tropiezo en el tercer rellano, y a punto estoy de caerme por las escaleras. No me importa. Recupero el equilibrio y sigo corriendo. Salgo a la calle y veo cómo te montas en un coche que no es el nuestro. Corro inutilmente tras el coche, y cuando casi lo he alcanzado, veo que al doblar la esquina, giras la cabeza desde el asiento trasero y me miras. Ya no lloras.
Acelera, y por mas que intento alcanzarte, te alejas cada vez mas rapido. Nueve minutos. Aun no he hablado.

Corriendo vuelvo a casa, y busco desesperadamente las llaves del coche. Presiento adonde vas. Encuentro las llaves en un pantalon que lleve puesto anoche, cuando salimos a cenar juntos. Yo en vaqueros, tu, vestida de princesa.

Vuelvo a correr escaleras abajo, mas rapido que el ascensor, y dudo si he cerrado o no la puerta. ¡Qué mas da!. Arranco el coche y salgo lo más rápido que puedo hacia la estación de tren. Llego a tiempo, y veo el coche que te ha traido alejarse. Ni se me pasa por la cabeza quien es.

Solo se que te quieres ir. Y yo ya no puedo mas. Dejo el coche encendido, con las llaves puestas, en la entrada a la estacion de tren. Corriendo, sin saber qué voy a decir, ni siquiera si quieres oirme, te busco entre la multitud. Tropiezo con dos jovenes que se van de vacaciones, envidia sana me corroe: se les ve felices...
Esquivo a un chico con un coche teledirigido. Salto por encima de una montaña de maletas: bolsas de deporte, troleys de colores chillones, mochilas de espalda...

Me falta el aliento, pero al final, te encuentro. Estás dándole al revisor tu billete, con ese vestido de princesa. Te atusas el pelo, como siempre haces cuando estás autoconvenciéndote de que haces lo correcto. Miras a tu derecha, y me ves, jadeante, desubicado, nervioso, ahogado.

Me acerco, y no me dices nada. Ya no lloras. Ni me sonries. Me acerco a ti, sin saber qué voy a decir, qué puedo decir para arreglarlo todo, como siempre he hecho. No sé que concesión he de hacer para que te quedes. Me duele el alma, y ese dolor es más intenso que el de piernas cuando hago ciclismo, o el de brazos cuando remonto el pico en un dia de temporal... Y este dolor no se termina. Dieciseis minutos. Y aún no he dicho nada.

Te miro, me miras, y ves en mi rostro reflejado el dolor. Sonries un poco. No se si es una sonrisa melancólica o tímida. No se si es de amor la mirada, o de odio. Diecisiete minutos.

Voy a abrir la boca, para dejar escapar de mis labios lo que al fin sale de mi alma rota, dolida, destrozada. Me pones la mano en la nuca, te acercas a mis labios, y acercas con esa mano mi cabeza hacia ti. La gente nos ha de estar mirando, pues voy vestido con un chandal, sudado, tanto por el ejercicio que has interrumpido, como por la carrera frenética que hace diecisiete minutos y veintidós segundos he iniciado, y tu con ese vestido de princesa. Y aquí, a las ocho y treinta y cuatro de la mañana, de un dia cualquiera, en una estación de tren que huele a gasóleo quemado, a hierro muy usado, y a mil personas adormecidas que saben adónde van, al fin me besas.

Es un beso corto, intenso, sentido. Y noto el sabor de victoria en mis labios... reflejado en tu rostro. Dieciocho minutos para hablar... y sorprendentemente, salen de mis labios éstas palabras: "Adiós. Yo ya no puedo seguirte." El sabor de victoria no era mio. Y ahora, tampoco es tuyo.

El dolor me atormenta el alma, pero sé que con el tiempo curará. Durante seis meses dolerá como si muriese con cada suspiro. Dentro de ocho meses, dejará de doler para solo molestar de dia, y atormentar de noche. Nuestro perro te echará de menos. Lloraré algun dia, al ver de nuevo una foto, o algo que me recuerde irremediablemente a ti. Lloraré porque fuiste todo lo que quise en esta vida. Y tu me olvidarás.

Yo, al volver a la playa que tanto aborreces, sonreiré melancolicamente, pues miraré la orilla del mar, y recordaré cuando nos tumbamos a la luz de las estrellas, haciendo planes. Y mis amigos me mirarán. Algunos dirán: "Es pronto para superarlo, pero lo conseguirá.."; y otros me dirán sin palabras, pues los amigos de verdad no las necesitan: "Cuenta conmigo".

Recordaré un dia de esto, nuestros pies andando por la orilla de ese mar que tanto aborreces. Y sin dudar, te he seguido hasta el tren, tan solo para decirte "adiós". Serás feliz, lo sé. Y encontrarás a tu principe, vestido de manera distinta a la mia. Que te lleve a pasear, vestida de princesa. Y yo, algún día, volveré a ser feliz.

Pero hoy me quiero morir. Porque te he visto montarte en un coche vestida de princesa, y ahora te dejo, y sé que estás a mis espaldas, esperando que te diga algo antes de que el tren inicie su camino. Pero no sabes que en mi corazón ya has partido.

Buen viaje. Te deseo lo mejor.

La chica de ayer

Veo como pasa el tiempo, y me asusto.

Como dice la cancion, me asomo a la ventana, pero no veo a la chica de ayer. En su reflejo veo un rostro ajado, amargado, cansado, que ha perdido el brillo, la ilusion reflejada en sus pupilas. Será que me estoy haciendo mayor...

Miro a la ventana, y no veo el mar. Veo un vasto oceano de hormigón, cristal, ladrillo y suciedad. ojalá llueva de nuevo, y se lleve la basura que flota en el ambiente. Mi ciudad está más vacia que nunca... ¿o será mi corazón...?

Cierro los ojos, apuro el ultimo trago y suspiro. Ya ni recuerdo cuando fue la ultima vez que entré al agua. Esta maldita vida que te arrastra... Me giro, abro la carpeta del ordenador que me tiene aprisionado en la mesa, dandole la espalda al poco cielo gris que se ve en esta jungla. Los pasos son sencillos: Menu Inicio ---> Mis documentos ---> Mis imagenes ---> Surf... Sí. Dentro tengo un millón de recuerdos que se borrarán con el siguiente formateo. A fin de cuentas, el portatil, por mucho que me lo vendan como un "plus" en el trabajo, es eso: trabajo. Y cuando me vaya, otro ocupará mi lugar, borrara mis fotos, mis recuerdos. Así de efímera es la vida.

No soy ultimamente muy optimista. Mas bien al contrario. Estoy de un humor de perros... ¿será porque estoy trabajando desde casa? "Movilidad generacional"... menuda patraña para quitarte mas tiempo de vida. "Adecuacion familiar"... mas de lo mismo. Si me toca trabajar en casa, además tengo que cocinar. Y ni lo uno ni lo otro sale bien.

Suena la puerta. Ha llegado ella. Al fin un rayo de luz en un dia plomizo. Me duele algo la cabeza, pero nada que no solucione otro ibuprofeno, o paracetamol. Antes se llamaban Gelocatil y Termalgin. Lo cambian todo. De la cocina llega un tenue olor a pasta, nata y verduras... sonrio, pues acaba de destapar la olla que mantiene caliente los espaguetis con crema de espinacas y brocoli... Hace años hubieran sido con tomate frito y atún, pero hasta eso ha cambiado. Se acerca a mi, trae una curiosa sonrisa, un cd en la mano y unas ganas de reirse de mi que no entiendo... en el ultimo momento hace un quiebro, sin decir ni una palabra, se encamina al equipo de musica (cuando yo era un pipiolo era una cadena de musica, el que la tuviera, el resto teniamos un radiocaset -porque no habia dios que escribiera bien aquello de radiocassette-) y abre la bandeja del cd. Inserta el compacto que trae y le da al boton... coge el mando a distancia y se sienta en el sofá frente a mi. Viene preciosa con esos vaqueros algo desteñidos, el jersey veerde y las botas marrones... la tia tiene un gusto exquisito para combinar cualquier cosa y convertirla en una estampa de primera... y todo le sienta bien... ¿será por el brillo de sus ojos? ¿o porque tras diez años cada dia estoy mas enamorado?

Suenan unos acordes conocidos... un bajo, pausado, una guitarra, y entra la bateria... sí, la conozco... "La chica de ayer"... ¡¡que raro, en inglés!! Sonrie al ver mi cara de extrañado... voy a decir algo y me tapa la boca a distancia posando uno de sus dedos en sus labios... silencio me dice sin palabras... Pasan 10 o 20 segundos, decide levantarse. A estas alturas ya ni se que estaba haciendo en el ordenador... ni me importa.

Se acerca, pausadamente, moviendo su pelo con una mano, la otra se extiende a mi. Parece que quiere que me levante, asi que lo hago. Llevo vaqueros tambien, zapatos marrones y camisa por fuera... una vieja camisa verde oliva que no le gusta nada, pero que le encanta que me ponga en casa... Vamos vestidos iguales, y ni me habia dado cuenta. Curioso.

Extiendo mi mano, se encuentra con la suya, nos acercamos y comenzamos a bailar. Durante algo mas de 3 minutos, la musica y nuestros pasos son lo unico que se escucha en el despacho... termina la cancion, y está puesta en repeticion. Vuelven a sonar los primeros acordes, y esta vez ella rompe el silencio: "¿Te acuerdas de la primera vez que escuchamos juntos esta cancion? La cantaba otro grupo, que nos gusta mucho... el del ultimo concierto al que hemos ido (dice al ver mi cara de no saber de quien habla...)... si, ese mismo... (dice al ver que sonrio y voy a decir algo)."

No he hablado, solo ella, pero ha conseguido lo que se proponia. Corria el año 2002, septiembre. Acababamos de salir de una sesion en el sur de Cádiz de mas de 4 horas en el agua. El mar estaba lleno de surfistas y bodyboarders. Pero estuvo bien. Ella, por primera vez, hizo surf conmigo. Mas bien bodyboard. Creo que disfruté yo más viendo su cara de felicidad al coger las olas que al coger yo las mias... Lo mejor de todo fue la puesta de sol. Sólo quedabamos en el agua 8 o 10 personas, y juntos, ella y yo, mirando al horizonte, vimos como el sol se puso. Tras eso, salimos con una sensacion de felicidad y paz que aun hoy perdura en mi recuerdo. Nos montamos en el viejo Clio, aun humedos de la sesion. Encendio la radio, y justo cuando iba a emprender la marcha, me quitó la llave del contacto... escuchamos esta misma cancion, en otro idioma, otro grupo... y me vino al recuerdo el gran Antonio Vega, la cancion original, y sonrei. Aquel dia, aun lo recuerdo, me sentí feliz.

Ahora me toca romper el silencio a mi. Voy a explicarle lo que ha hecho por mi, lo que ha conseguido. Voy a decirle que la quiero, que estoy muy enamorado de ella, que me alegro de compartir mi vida con ella... abro los labios, y ella me pone el dedo encima, sonrie y me dice: "Lo sé".

Gracias por ser como eres.